TERAPIA PSICOANALÍTICA:
El psicoanálisis es
una forma de tratamiento que se basa en que las personas desconocen los
factores que determinan sus emociones y comportamientos ya que son
esencialmente inconscientes. El tratamiento psicoanalítico explora cómo estos
factores inconscientes afectan las relaciones actuales y patrones de
pensamiento, emoción y de comportamiento. Para el psicoanálisis el origen del
trastorno que sufrimos procede de las ansiedades infantiles reprimidas y de la
secuencia progresiva de mecanismos defensivos y síntomas que surgieron para
proteger a la persona contra la reaparición y repetición de estos sentimientos.
La tarea del psicoanálisis es traer a la conciencia estos restos del pasado
para que puedan volver a ser valorados y ser asimilados adecuadamente. La
terapia psicoanalítica tiene como meta descubrir aspectos inconscientes que
subyacen a los problemas de modo que podamos vivir con mayor bienestar. La cura
psicoanalítica puede ayudar a personas que presentan algún sufrimiento psíquico, pero también a aquellas
que se sienten inhibidas en su desarrollo personal o que deseen adquirir una
mayor libertad interior a través de una mejor comprensión de su mundo interno.
Es importante subrayar que el proyecto psicoanalítico, en este sentido, no se
limita a una meta estrictamente terapéutica, sino que busca también procurar un
aumento del bienestar y del gusto por vivir, trabajar y amar.
El psicoanálisis
ofrece principios muy útiles que ayudan a echar luz en esos factores
inconscientes que están presenten y actúan en nosotros. El psicoanálisis se
propone que seas capaz de explorar y analizar sentimientos, pensamientos y
conductas irracionales de modo que ganes un entendimiento más profundo de cómo
te relacionas contigo mismo y con los otros. El trabajo psicoanalítico puede
ayudarte a libertarte gradualmente de patrones repetitivos a través de
enseñarte cómo los factores inconscientes afectan tu manera de vivir actual y
cómo puede lidiar mejor con las demandas de la vida adulta.
TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL
Este tipo de
psicoterapia parte de la idea de que a lo largo de la vida se adquieren estilos
de conducta y esquemas de pensamiento que pueden ser más o menos convenientes. De
acuerdo a este enfoque, las personas desarrollan estrategias para enfrentar
problemas, formas de relacionarse con sus semejantes y de reaccionar ante las
pérdidas o el peligro. Adquieren una visión de sí mismos (de sus condiciones y
debilidades), de los demás y del mundo en general: cómo deben ser las cosas,
cómo alcanzar sus metas y cómo manejar las dificultades. En resumen,
desarrollamos hábitos de pensamiento y acción.
Algunos de estos
hábitos son útiles, pero otros resultan limitantes o interfieren seriamente con
la vida del sujeto. Es el caso de las conductas sumisas, agresivas o
impulsivas, actitudes depresivas e indecisión. Las personas desarrollan también
temores irracionales, obsesiones, disfunciones sexuales y otros desórdenes
emocionales. Los terapeutas conductistas se valen de un sistema de recompensas
(y a veces castigos) para ayudar al paciente a abandonar hábitos inaceptables o
que son una amenaza para sí mismo o para los demás.
La terapia se basa en
el principio de que las malas conductas, sea cual sea su origen, se adquieren
como resultado de un aprendizaje. Por ello es que el propósito de la terapia
conductual-cognitiva es ayudar al paciente a cultivar nuevas formas de pensar y
de actuar que le permitan enfrentar sus problemas con mayor eficacia,
relacionarse mejor con sus semejantes, expresar sus emociones de manera
adecuada y aumentar su resistencia a las frustraciones. Se apunta en general a
mejorar su funcionamiento social, familiar, laboral y de pareja. Sus
principales características son las siguientes:
·
Tratamiento
centrado en los problemas actuales del paciente: Aunque se analiza la historia del sujeto, así como el
origen y evolución de sus problemas, la terapia se orienta a desarrollar
estrategias para enfrentar sus dificultades actuales y desafíos futuros.
·
Definición
clara de objetivos: Se procura
establecer objetivos concretos y se trabaja en función de los mismos. Dichos
objetivos pueden ser puntuales: superar una fobia o una disfunción sexual.
Otros más complejos: tomar decisiones trascendentes, encarar la disconformidad
crónica con la propia vida, manejar conflictos familiares, mejorar el desempeño
social, etc.
·
Reconocimiento
de las causas que mantienen el trastorno: Se procura identificar los “pensamientos automáticos” y otros
mecanismos que disparan reacciones inconvenientes, emociones negativas y
comportamientos improductivos.
·
Terapia activa: El sujeto aprende y ensaya nuevos esquemas de
pensamiento y estilos de conducta más eficaces.
Adquisición de nuevas habilidades: se procura que el paciente adquiera
herramientas tales como habilidades de comunicación, de resolución de
problemas, de negociación, autocontrol de la ansiedad, etc. para hacer frente a
futuros desafíos.