Conozca los estragos que genera la anorexia y bulimia en una niña o joven
Miércoles, 27 de Junio 2012 | 8:34 pm
La
moda, el ideal de belleza asociada a la extrema delgadez han aumentado
los casos de anorexia y bulimia en púberes y adolescentes, y en menos
casos incluso desde la niñez, según psicóloga clínica Alicia Otero.
Culturalmente
hay un input muy fuerte por la delgadez. Eso es lo bello, lo atractivo,
lo femenino. Esto se ve en algunas marcas de ropa que están de moda con
tallas muy pequeñas que a menos que seas muy delgada podrás usar
Alicia Otero, psicóloga clínica
Me
molesta que mis amigas me obliguen a comer. Me dicen que me veo muy
flaca. Mejor no voy a su casa, porque su mamá me va hacer comer. Este puede ser el diálogo interno de una niña o adolescente con un trastorno alimenticio. Una de las consecuencias es la pérdida de amistades y el recurso a la mentira.
Quien padece anorexia tiene un fuerte trastorno en la percepción.
“La persona deja de comer y baja de peso considerablemente. Los
pantalones le queden grandes, pero se sigue viendo gorda frente al
espejo”, explica la psicóloga Alicia Otero. La comida y la cantidad de calorías que ingiere es una obsesión.
En
el caso de bulimia, hay un descontrol en los hábitos alimenticios. Son
periodos de atracones de comida seguidas de purgas extremas con
laxantes, deportes en exceso o vómitos provocados. Sin embargo, ambos trastornos no se quedan en el peso, sino que generan un desorden a nivel cognitivo o de ideas.
Aparecen
pensamientos mágicos en relación al peso. Ideas como si soy flaca me
van a querer más, voy a ser más inteligente, más querida por mis amigas o
voy a tener éxito profesional. “La persona pone su seguridad en
el peso al que le da una fuerza como mágica para hacer la diferencia
entre la felicidad e infelicidad”, dijo.
Empiezan las comparaciones: que si soy más delgada que ella, soy mejor o si estoy más gorda, entonces soy peor. Además de la depresión, la
salud se afecta: menstruaciones irregulares o ausentes, dificultad para
dormir, mayor irritabilidad, aparecen vellosidades, problemas de
estreñimiento y en los dientes.
¿Dónde se origina el problema?
Según Otero, las personas más propensas a sufrir estos trastornos eran las adolescentes de 18 o más años, pero ahora se presentan en escolares de 13 o 14 años, incluso puede haber casos aislados en niñas de seis o siete años. Las causas son varias, pero el factor cultural es el que ha adquirido mayor relevancia en nuestro tiempo.
“Culturalmente
hay un input muy fuerte por la delgadez. Eso es lo bello, lo atractivo,
lo femenino. Esto se ve en algunas marcas de ropa de moda con tallas
muy pequeñas que a menos que seas muy delgada podrás usar. También se ve
en cómo ir al gimnasio se ha convertido en una actividad casi
obligatoria”, enfatizó.
Se sabe que iniciar dietas a temprana edad puede propiciar estos trastornos en los jóvenes.
Por ello, Otero recomendó que niños y adolescentes no sigan dietas, a
menos que exista sobrepeso u obesidad. En ese caso, deben tratarse de
manera profesional con un médico o endocrinólogo y no solo con el
nutricionista.
“Si
el niño está subido de peso, no recomiendo que siga una dieta estricta
con horarios, sino que aprenda buenos hábitos alimenticios. Que evite
picar entre comidas, ingerir exceso de grasa y harinas, que se siente a
la mesa y coma con protocolo, con tenedor y cuchillo, sin generar
ansiedad frente a la comida”, increpó.
Si bien existen factores genéticos que predisponen a padecer estos trastornos, también
existen dificultades emocionales que propician cuadros anorexia o
bulimia como la baja autoestima, no aceptarse uno mismo, inseguridad,
ser demasiado perfeccionista y autoexigente o tener pocas habilidades
sociales.
Los trastornos alimenticios requieren de un enfoque multidisciplinario. Según Otero, “el psiquiatra diagnostica y ayuda con la intervención del nutricionista y del psicólogo clínico”.
Por su parte, los padres deben transmitir su preocupación a sus hijos,
escucharlos, evitar criticarlos y ofrecerles la ayuda necesaria.
Claves para detectar el problema en los hijos
- Si el adolescente baja mucho de peso.
-
Conductas alimentaria extrañas como comer de pie, cortar los alimentos
en trozos pequeños para que parezca más, esconder la comida o no querer
ir a ciertas casas.
- Comer con mucha ansiedad sin diferenciar los alimentos, comer de la olla o sin calentar la comida.
- Comer muy despacio y esperar a que los demás se retiren de la mesa para recién terminar el plato.
-
Si en el colegio dan voz de alarma, los padres deben evitar entrar en
pánico y observar al menor: si hay vómitos, si come o no come.